Homenaje a Gladys Carmagnola



Reservada y testimonial a un tiempo, la palabra de GLADYS CARMAGNOLA (Guarambaré, 1939- Asunción, 2015) afina su lumbre cierta en las apetencias, términos y quebrantos de su misma condición: en efecto, acento femenino en su más rica y delicada acepción, esta voz despunta con abierta conciencia del cauce y los símbolos, configurando una órbita expresiva que ningún aprecio acabado de la actual poesía paraguaya podría apartar.


MUJER
                           a Cecilia

¿Mis manos son débiles?
No ha de doblegarlas el mero contacto del viento
que azota la estirpe de mujer
que llevo.

Sentirse, saberse mujer, es hermoso.
Es perfecto.
Y es hermoso
saber que se lleva en el pecho
algo que lastima.,
algo como un peso
que es suma y
del Verbo
que he de compartir -aunque a veces duela-
contigo, o con ellos.

Lo sé. Soy humana.
Y aunque no me acucia en la vida otro anhelo
que el de ser mujer
-alma, forma, sueños;
mujer
nada más, ni menos-
a mí me han legado
este peso
dulcísimo, amado, infinito,
que no lleva huesos,
que no tiene rostro de hembra o varón
ni se vanagloria de uno u otro sexo.

(Señor: tu poesía
me desborda toda, no cabe ya dentro).

A veces
me doblo y renuevo
y al hallar al paso una carga nueva extirpo la antigua, aunque duela

y en algún lugar la olvido ex profeso       
envuelta en ropaje real
o en harapos métricos.

No me han dado alforjas donde conservar
todo lo que encuentro.
Por eso,
sí, quizá por eso
habrás de encontrarlo
en cualquier rincón transformado en verso.


                                                       Glasdys Carmagnola

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